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porque él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que apacienta,
el rebaño que él guía.
¡Ojalá escuchen hoy su voz!
“No endurezcan el corazón como en Meribá,
como en el desierto el día de Masá,
cuando sus padres me retaron,
me probaron aun conociendo mi obra”.

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